Luis Aguilar, conocido cariñosamente como El Gallo Giro, fue una de las figuras más emblemáticas de la época dorada del cine mexicano. Con su talento innato, su carisma y su capacidad para cautivar al público, Aguilar dejó una huella indeleble en el cine y la televisión.

No obstante, más allá de su éxito en la pantalla, su vida estuvo marcada por tragedias personales, luchas internas y una relación profundamente conmovedora con su esposa Rosario Gálvez.

Nacido el 29 de enero de 1918 en Hermosillo, Sonora, Luis Aguilar creció bajo la influencia de una familia de marcada disciplina. Desde joven, mostró inclinaciones hacia la aventura y la exploración, lo que lo llevó a cambiar su destino varias veces. Su primer paso en el mundo del cine ocurrió en 1941, cuando participó en Soy puro mexicano, aunque su papel fue pequeño.

Sin embargo, en 1944, con Sota, caballo y rey, Aguilar encontró su gran oportunidad y rápidamente se consolidó como una de las estrellas más importantes de su tiempo. A lo largo de su carrera, participó en filmes como Caminos de sangre (1945), La Reina del Trópico (1946) y El Gallo Giro (1948), que le dieron reconocimiento y el apodo que lo acompañaría durante toda su carrera.

Aunque la fama llegó con rapidez, la vida de Aguilar no estuvo exenta de dificultades. A lo largo de su carrera, luchó con una adicción al alcohol, un problema que ya comenzaba a gestarse en su juventud, cuando trabajaba como pescador en Mazatlán. Esta adicción, alimentada por el estrés de la vida profesional, afectó profundamente su vida personal y su matrimonio con Ana María Almada, con quien tuvo dos hijas. El matrimonio se deterioró y terminó en divorcio en 1954, tras años de tensión provocados por los vicios de Aguilar.

Sin embargo, el destino tenía algo diferente reservado para él. En 1956, conoció a Rosario Gálvez, una talentosa actriz que lo admiraba desde que lo vio en la película Pena penita pena. La chispa entre ellos fue inmediata, y en abril de 1957, se casaron, iniciando un romance que se convertiría en una de las historias más entrañables del cine mexicano. Rosario, quien ya era madre de un niño, Roberto, fruto de su primer matrimonio, encontró en Luis un compañero amoroso que aceptó a su hijo como propio. La pareja vivió juntos 40 años, enfrentando no solo los desafíos propios de la fama, sino también tragedias personales que marcaron su relación.

Uno de los momentos más desgarradores de sus vidas ocurrió cuando, en 1961, el hijo de Rosario, Roberto, falleció trágicamente en un accidente. Durante un momento de imprudencia, mientras mostraba trajes de charro a sus amigos, un revólver cargado se disparó accidentalmente, causando su muerte instantánea. La tragedia golpeó a Luis y Rosario profundamente, pero su amor mutuo les dio la fortaleza para seguir adelante. Rosario describiría la pérdida de Roberto como la experiencia más dolorosa de su vida. A pesar del dolor, la pareja se mantuvo unida, enfrentando los desafíos de la vida con valentía y amor.

Sin embargo, las dificultades no terminaron ahí. Durante su relación, Luis continuó luchando con su adicción al alcohol, lo que creó tensiones adicionales en su matrimonio. Para salvar su relación, tomó la valiente decisión de unirse a Alcohólicos Anónimos, buscando rehabilitarse y construir una vida más estable para su familia. A pesar de sus esfuerzos por superar su adicción, su cuerpo ya había sufrido daños irreparables debido a los años de abuso. En 1997, Luis Aguilar falleció a los 79 años a causa de un infarto de miocardio. Su muerte marcó el final de una era para el cine mexicano, pero dejó un legado que perduró en la memoria colectiva.

La vida de Rosario Gálvez también estuvo marcada por el dolor. Después de la muerte de Luis, ella continuó viviendo en la casa del actor Mario Moreno Cantinflas, pero la salud de Rosario se fue deteriorando con los años. En 2015, Rosario falleció a los 89 años debido a una severa neumonía. A pesar de su partida, su historia de amor con Luis sigue siendo una de las más admiradas en la historia del entretenimiento mexicano.

El legado de Luis Aguilar y Rosario Gálvez es un testimonio de resiliencia, amor y sacrificio. A pesar de las tragedias que marcaron sus vidas, la pareja logró mantener su unión a lo largo de décadas, enfrentando las adversidades con dignidad. Hoy, Luis Aguilar es recordado no solo como un ícono del cine mexicano, sino como un hombre que, a pesar de sus luchas personales, nunca dejó de amar a su familia y de entregarse a su pasión por el entretenimiento. La historia de su amor con Rosario Gálvez, marcada por momentos de felicidad y de dolor, sigue siendo una de las más conmovedoras de la historia del cine mexicano.